domingo, 24 de octubre de 2010

Siluetas contra una pared de madera





Como en cada pueblo y en cada barrio, en San Miguel de Cruces hay un loco, un borracho y un poeta. El Malhecho es el loco del pueblo. Dicen que trabajaban en un mineral cuando era muchacho y que la mina se vino abajo con él dentro. Tardaron días en rescatarlo y cuando salió sorprendió a los hombres por el simple hecho de estar vivo. Pero más los sorprendió el que les hablara con una voz que ya no era de muchacho, sino de hombre. ¿Qué dijo? Eso no es importante. Ahora, años después, El Malhecho vive de las dádivas de una buena mujer que le regala lonches, menudo, cecina, un taco. Ella es la dueña de la fonda del pueblo. El Malhecho la ha soñado embarazada a pesar de que ella debe tener más de 60 años.

Un grupo de enmascarados camina pausadamente por las veredas de la sierra. Son seis y usan colores festivos: azul la máscara, roja la capa, amarillos los pantalones y todas las combinaciones posibles. Cargan rollos de lo que parecen ser mantas. Cuando pasan junto al Malhecho, que los mira con veneración, parece que fueran en procesión… solemnes, silenciosos, con parsimonia. Extienden sus mantas en el suelo y comienzan a hacerse llaves, tomas de referee, candados al cuello, la Tapatía, la doble Nelson, la Quebradora… están practicando y soñando con que sus habilidades luchísticas los llevan a Durango, hasta México y, ¿por qué no?, hasta los Estados Unidos.

Un fuereño llegó a San Miguel de Cruces y consiguió posada en la casa de la tendera. Miserable estanquillo hecho, como es resto del pueblo, de madera completamente, oculta una casa de exquisito gusto campirano, con zoclos, duelas y techos de maderas nobles que la tendera oculta tras la fachada de miseria del tendajón.

El que sueña con ser pistolero ha comprado una Smith & Wesson 38 (Mitihueso, decía Anatolio Ramos) y se solaza con sus amigos disparándole a botella vacías de cerveza. Cuando encara a las malvadas Coronas, su ensoñación regresa… Después de tirar y acertar a su blanco, uno de sus amigos, el borracho del pueblo, le insinúa un robo.

El fuereño sale de la casa del fotógrafo al que le ha encargado una foto retocada de esa mujer a la que su esposo engaña cuando es detenido por la Judicial del Estado. En una escena surrealista, donde los actores son sólo siluetas recortadas contra una pared de madera a través de la cual se filtran los rayos del sol, el fuereño es golpeado para sacarle una confesión. Pero él no ha sido el ladrón, sino los otros, los de la pistola.

El borracho del pueblo, otro más de los personajes sin nombre de esta película, paga en la fonda con una moneda de plata de las que fueron robadas en la tienda.
Al ser detenido y llevado al mismo potrero donde el fuereño fue golpeado, confiesa quién le acompañó en el robo.

Así, el que sueña con ser pistolero decide escapar gracias a que uno de los niños del pueblo le avisó que su amigo estaba siendo detenido por la policía. Él confiesa haber robado junto con el detenido y se va a la aventura seguido por el poeta del pueblo quien decide partir en esa aventura ya que él no tiene nada en ese pueblo.
Todas estas historias y cerca de una docena más que son narradas simultáneamente son contadas alrededor de la historia de dos de los niños que se graduaron de la escuela, uno de los cuales será metido a trabajar al aserradero para ayudar con el gasto de la casa y el otro irá a Durango a seguir estudiando.

La cinta “Pueblo de madera” será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 16 de julio a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal Sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán.

La entrada es libre y para todo público. A las 18.40 hrs. Pasaremos un extra con entrevistas al director y actores principales.

Juan Meléndez de la Cruz


Pies de foto:

- Alonso Echanove como el fuereño

- Paisaje de la sierra

- Practicando la tapatía

- El malhecho y la dueña de la fonda

Un duelo con mi ídolo


San Miguel de Cruces es un pueblo en la sierra de Durango que tiene un aserradero en el que trabaja casi toda la población.

Tal vez por el frío que cala hasta los huesos, tal vez por escapar de la cotidianeidad de sus amores conyugales, tal vez porque no hay otra cosa que hacer, los maridos engañan a sus mujeres quienes, sumisas, desean en silencio a otros hombres sin atreverse del todo a pagar con la misma moneda la traición que sufren.

Pero no son las pasiones de los adultos las únicas que se muestran como la bruma, sino también las de los niños que, una vez acabada la escuela primaria, se ven ante la posibilidad de seguir estudiando o de comenzar a trabajar en el aserradero.

Dos de estos niños son amigos entrañables y pasan su tiempo libre en dos actividades primordiales: pasear por los bosques de la sierra, imaginando que los atacan tigres de bengala y en el cine, soñando, mientras ven las imágenes en blanco y negro, que es El Santo, Enmascarado de Plata, quien los salva del tigre que los acechaba en el bosque.

En un pueblo aislado de las comunidades más grandes, poco hay que hacer para la juventud, aparte de cortar troncos. El salón de billar, las cervezas que saben a gloria a pesar del frío o por el frío mismo, los salvan del hartazgo. Esperan con ansia los bailes de salón (un bodegón con suelo de tierra apisonada) en el que un cuarteto de música de polka (Los alacranes de Durango) los anima y ellos bailan con mujeres que no siempre son sus esposas. Y sueñan. Uno de ellos sueña que se encuentra en la sierra con su ídolo, Mario Almada, transmutado en villano al estilo del viejo oeste, con una gabardina de cuero, colt al muslo, sombrero de ala ancha como de película de Sergio Leone, un pistolero, pues, que le dice:

-No, muchacho… yo maté a tu padre, pero no fue a traición. Fue de frente, como a los hombres.


El que sueña con el duelo usa un pañuelo anudado al cuello, negro como su chaleco que contrasta con la inmaculada camisa. El bigote recortado y fino tiembla ligeramente por la indignación que atizan las palabras de ese viejo pistolero. Al fondo, los peñascos servirán de marco para la escena de western que viene.
-Desenfunde- El viejo pistolero, impertérrito, responde:

-Ya estoy cansado de pelear, muchacho.
Esto no se puede tolerar, piensa el novel pistolero. Iracundo pero guardando la compostura, le dice, con desprecio:
-Es usted un cobarde- La mano rápida del pistolero ha soltado la cintilla de cuero que rodea el martillo de su colt, en un movimiento elegante y natural.
-Si así lo quieres… -dice con sorna, sabedor de su superioridad. Ambos dan pasos cautos hacia atrás, cinco, seis, sin quitarse las miradas de encima. Están a distancia apropiada. Este San Miguel de Cruces es demasiado chico para los dos… esta es parte de la reseña que nos hace Ricardo Marcos-Serna.

La cinta “Pueblo de madera” será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 16 de julio a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal Sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.

Juan Meléndez de la Cruz

Pies de foto:

- Amigos entrañables.

- El baile en el pueblo.

- El duelo.

martes, 13 de julio de 2010

Servir a la comunidad




Vivir en sociedad, servir a la comunidad

Juan Meléndez de la Cruz

Para ser plenamente humano, hay que vivir entre humanos y con los humanos, es decir, en sociedad. El grupo social debe estar a mi servicio, pero para que esto ocurra, yo debo servirla.

La sociedad es el lugar en el que nos desarrollamos y realizamos y, en el que, junto con los demás, buscamos alcanzar metas de interés común.

En el grupo social la familia ocupa un lugar destacado (Si la familia no forma, la escuela no educa, decimos los maestros) y en ella, la responsabilidad de su estabilidad y conservación depende fundamentalmente de los padres. Si las paredes y el techo del hogar son seguras, confiables, acogedoras, los hijos encontramos un ambiente favorable para desarrollarnos.

Estas son las ideas centrales de esta nota, el servicio a la comunidad y el papel de los padres y los aplico para hablar de mi padre, don Juan Meléndez Pacheco.

Este 14 de julio, don Juan cumplirá 93 años bien vividos. De mi padre he aprendido:

La responsabilidad. Cuando se iba de farra, mandaba un “propio” con el dinero correspondiente al gasto familiar. En uno de los incendios de la refinería, cuando otros salieron despavoridos, él se echó encima su “chompa” de Pemex y sus pasos se encaminaron a la entrada de la factoría para cumplir con su deber.

El respeto a las ideas de cada quien y particularmente de sus hijos. En la década de los 70’s en que los varones usamos el pelo largo, nunca nos obligó a que nos lo cortáramos, de hecho Víctor Manuel durante décadas fue identificado por su melena, por lo que le decían “El peludo” o el apodo que le heredé, “El mono”.

La perseverancia y la lealtad hacia su familia, amistades, a su partido, a él mismo, a su grupo el Frente Liberal Sindicalista.

El seis de mayo de 1935 es la fecha en que quedó de planta y en 1982 recibió su jubilación: 47 años al servicio de Petróleos Mexicanos.

Fundador del STPRM en 1935 y del FLS en 1942, cuando el Liberal ni era el grupo único, ni estaba en el poder, al que llegó en 1959 (17 años después de su fundación) precisamente cuando Juan Meléndez Pacheco era presidente de grupo.

Respetando su lealtad, cuando en 1982 a su jubilación (En el departamento de contaduría de aceites, mismo en el que firmó la planta) le fue negada la plaza que por derecho sindical le correspondía y a mí me tocaba, no me apresuré a demandar, para que él no terminara peleado con su organización ¿Tenía yo derecho como trabajador a pelear? R=SI, pero… como hijo ¿Debía pedirle a mi padre, que después de toda una vida de servicio hacia ella, terminara peleando con su organización? R=NO, afortunadamente, aquí estoy.

En los distintos puestos de representación en los que se desempeñó en el sindicato petrolero y en su partido, el Revolucionario Institucional cumplió con su responsabilidad, buscar el bienestar colectivo.

Un botón de muestra. Las obras que se realizaron siendo presidente municipal (1970-73) se hicieron con una visión de futuro y atendiendo a las necesidades de la colectividad. Se construyó el mercado Santa Clara” y también se terminó el “5 de febrero” iniciado por Héctor Luis Zarauz Fernández; junto con Sergio Martínez Mendoza se gestionó el terreno y se dejó listo el panteón municipal de la colonia Hidalgo y también se dejó preparado el rastro municipal (Que en ese tiempo era de los más modernos en el país) a más de 30 años esas obras permanecen; si bien en el caso de las dos últimas, los proyectos originales se pervirtieron.

Juan Meléndez Pacheco ha cumplido como padre, y ha sabido vivir en sociedad y lo fundamental, ha servido a su comunidad. Gracias a la generosidad de sus amigos, el miércoles 14 de julio, en honor de Don Juan se llevará a cabo un desayuno. Hay motivo para celebrar.

Pies de foto:

- Don Juan en su escritorio, en donde aún desempeña su servicio a la comunidad archivando los acontecimientos relevantes de su querida Minatitlán.

-Foto de archivo: Juan López Santiago, Héctor Luis Zarauz Fernández y Juan Meléndez Pacheco.

El charro ¿aguanta?


Otro Pemex

Juan Meléndez de la Cruz


La institución Petróleos Mexicanos, PEMEX, se generó por la lucha de los trabajadores petroleros para obtener el reconocimiento de su organización, el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana STPRM y por la necesidad del estado de recuperar el dominio del subsuelo para la nación mexicana y de esta forma apuntalar el proceso de industrialización, garantizando el abasto energético para todas las ramas de la industria.


Con la constitución el 15 de agosto de 1935 del STPRM, se inició un proceso que culminó la noche del 18 de marzo de 1938 con el decreto expropiatorio promulgado por el Presidente de la república, Gral. Lázaro Cárdenas del Río. A la expropiación se formaron la Distribuidora y la Administración General del Petróleo, mismas que por acuerdo presidencial del 7 de agosto de 1940 se fusionaron en una sola institución denominada Petróleos Mexicanos lo cual era una demanda (y lo sigue siendo) del Sindicato.


Desde su constitución, PEMEX es y ha sido la empresa principal del país; aunque tal vez la mayoría de los mexicanos no comprende en toda su dimensión lo que ha significado para el desarrollo e independencia de la nación. El aporte material, social y político de la empresa se ha traducido en carreteras, escuelas, hospitales, etc. Y hasta la fecha es la columna vertebral de la economía nacional aportando cerca del 40% de los ingresos del gobierno federal.


Políticamente representó en 1938 recuperar la dignidad, tanto del trabajador petrolero como del país, amenazado por la soberbia del capital extranjero que pretendía no reconocer las leyes mexicanas.


Un símbolo que representaba a Pemex e identificaba sus productos, era un “Charrito”. Era lógico que se hubiera escogido una figura como esa, dado que gracias a los medios de difusión y las películas del cine mexicano, la figura del charro era asociada con lo “mexicano”.


Antes del “Charrito”, el ícono (diríamos hoy) de Petróleos Mexicanos era un águila, lo que podía prestarse a ciertas interpretaciones dado que hasta antes de la expropiación, el capital mayoritario extranjero de la explotación del hidrocarburo en México era el de la compañía anglo-holandesa “El águila”. El logotipo del charrito se originó (Como muchas otras cosas) en la refinería de Minatitlán.


El jefe del departamento de envases era el Sr. Zetina, quien sabía que Jorge Contreras, trabajador del mismo departamento era caricaturista. Le encargó el diseño y una vez que quedó listo, se pintó en un tanque a un lado de envases y otro al lado de contaduría (que daba a la calle). El director general de Pemex, Antonio J. Bermúdez, al tener conocimiento del dibujo, lo aceptó como emblema y mandó a hacer el diseño que se empleó por años en los productos elaborados por la industria petrolera, estaba en los tambores y en las gasolineras.


De los tiempos de charro surgieron las frases: “Ni un minuto más al charro”, “El charro aguanta”, “Todo se lo quieren cargar al charro”, etc.


Pero esos eran otros tiempos, cuando en Pemex había lugar para la iniciativa de los obreros. Hoy, con toda la normatividad existente, no se puede hacer nada por fuera de los manuales; hasta las herramientas llamadas “hechizas” que son parte del saber obrero y que se diseñan en base a las necesidades específicas del trabajo, son echadas a la basura.


Los tiempos de Pemex como orgullo nacional, con su industria petroquímica con records de producción de amoníaco que eran reconocidos a nivel mundial, con su flota petrolera transportando sus productos, etc. fueron los tiempos de trabajador activo de Juan Meléndez Pacheco y de tantos otros trabajadores anónimos que dieron lo mejor de sus vidas a la industria. El 14 de julio de este 2010, Juan Meléndez Pacheco cumplirá 93 años, y estas notas las elaboro en reconocimiento a su vida de trabajo, sintiéndome orgulloso de ser su hijo y de pertenecer a la familia petrolera. Y también aprovecho para que las nuevas generaciones conozcan algo de la principal industrial de nuestro país.


Juan Meléndez Pacheco ha cumplido como padre, y ha sabido vivir en sociedad y lo fundamental, ha servido a su comunidad. Gracias a la generosidad de sus amigos, el miércoles 14 de julio, en honor de Don Juan se llevará a cabo un desayuno en el salón “Radev’s” jardín. Hay motivo para celebrar.


Agradezco a mi amigo de la infancia René Villalobos Sagrero, el envío de logotipo de “Charrito Pemex”, lo busqué por varios años, no aparecía en la red y él me lo hizo llegar.


Pies de foto:

- Juan Meléndez Pacheco con el charrito PEMEX.

- LOGO El charrito PEMEX.

Cartel Pueblo de Madera

La historia de “Pueblo de madera se desarrolla en un pueblo maderero de la sierra de Durango y en las relaciones de vida que establecen una serie de personajes clásicos, aquí con autenticidad social: el dueño del negocio; la mujer seducida y luego olvidada; la amistad de dos niños cuyos senderos se apartarán; uno que con disposiciones para seguir estudiando se ve obligado a los doce años de edad a transponer las puertas de un rudo trabajo y el otro, que gracias a las posibilidades económicas de su familia podrá salir del encierro.

El cuadro se complementa con el soñador, la dueña de la tienda, el fuereño, el ratero…

“Pueblo de madera” será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 16 de julio a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal Sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.

A las 18.40 hrs. Pasaremos un extra con entrevistas al director y actores principales.

Agradeceré la difusión que puedan darle, adjuntando para ello el cartel correspondiente.

Juan Meléndez de la Cruz



Lograr la libertad


Lograr la libertad

Juan Meléndez de la Cruz

El capitalino Aurelio ha pasado tres años como pescador en la costa tabasqueña. Atrás quedaron una familia que es casi un recuerdo y una vida muy distinta en la gran ciudad; Si bien religiosamente, envía dinero suficiente para el mantenimiento de su esposa e hijos, el presente es la costa, la pesca del tiburón y Manela, una joven lugareña que vive a gusto su romance con Aurelio.

Respetado como el mejor, Aurelio vive con su amante, después de haber realizado un arreglo (Principalmente económico) con la familia de Manela. En un momento debe decidir si quedarse en este pueblo o regresar a la capital, donde vive su familia. Decide hacerlo, pero ya estando en la ciudad, las formalidades de esta como el andar vestido de traje, la relación con su mujer de la cual solo quedan cenizas, lo hace reflexionar y plantearse una toma de decisiones muy difícil.
Posiblemente Tiburoneros es la obra maestra de Alcoriza. Un film sensible pero no sensiblero, agresivo en formas pero no violento en imágenes. Un film en el fondo didáctico, podría hermanarse en la lejanía con el Derzu de Akura Kurosawa. (El protagonista es un tiburonero que vive feliz en su mundo, un pequeño barco en donde practica la pesca del tiburón, un día decide dejar la mar por la vuelta al hogar familiar, añora a sus hijos, pero cuando regresa a casa es incapaz de adaptarse a la vida doméstica, su esposa solo es una vieja amiga para él y sus hijos son ya mayores y no lo necesitan).

Mientras que Kurosawa nos adentra en el universo de Derzu con claros mensajes moralista-humanistas en Tiburoneros Alcoriza se decanta por una puesta en escena contemplativa, distante y tal vez en ese distanciamiento se encuentre su encanto. El mérito de Tiburoneros es que insinúa valores humanos y no los muestra claramente.

Poseedor de una amplia trayectoria como actor y guionista, además de colaborador cercano de Luis Buñuel, el director Luis Alcoriza combinaba talento y experiencia con una enorme sensibilidad para capturar la esencia de un México que ya no se parecía al que los directores de la época de oro (El Indio Fernández, Fernando de Fuentes, Ismael Rodríguez) insistían en presentar en la pantalla. Ante un cine solemne y retórico, Alcoriza apostaba por la naturalidad, la sutil ironía y, ante todo, la libertad.

Eje alrededor del cual giró casi toda su filmografía, la libertad es el tema central de Tiburoneros, una cinta fresca y libre del sentimentalismo con el que se suele presentar la historia de un citadino que encuentra la felicidad lejos de la gran ciudad.

Sin idealizar el entorno tropical que rodea al protagonista, Alcoriza planteó en Tiburoneros la posibilidad de lograr la libertad a partir de la voluntad individual del ser humano. Aurelio ha decidido quedarse en la costa y ser pescador no porque viva en el paraíso, ni porque aborrezca la ciudad, sino porque simplemente allí le gustó vivir.

La cinta “Tiburoneros” será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 2 de julio a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal Sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.

Pies de foto:

- El mejor tiburonero

- Aurelio acordando sobre Manela

- Aurelio y su familia



Irma Serrano al natural


Irma Serrano al natural

Juan Meléndez de la Cruz

Aunque cuesta trabajo reconocerla Irma Serrano aparece en la cinta “Tiburoneros”. Desempeña el papel de Rosa, mujer de uno de los pescadores y madre de Manela (Dacia González), la joven de 18 años, amante de Aurelio (Julio Aldama) el personaje principal que tiene decidir entre la ciudad y el mar.

Mujer polémica y poseedora de una belleza natural, pero trabajando en el medio artístico donde el cuerpo es la herramienta de trabajo, Irma Serrano cayó en la tentación de ir más allá de lo que le dio la naturaleza y resultó perjudicada. Todavía más que las simples mortales, las artistas están sujetas a la presión de aparecer cumpliendo los estándares de “belleza” propuestos por los mismos medios de difusión como el cine y la televisión. De esta forma, personajes como Lucha Villa, Lucila Mariscal, Lyn May y más recientemente Alejandra Guzmán, por tratar de mejorar o cambiar sus atributos, obtuvieron resultados totalmente contrarios a los deseados.

El caso es que muchas mujeres son capaces de poner en riesgo ¡hasta la propia vida! Con tal de verse “bonitas” sin darse cuenta que la belleza es un valor relativo y que un ser humano se hace bonito o feo ante nuestros ojos, dependiendo de varios factores y no solo debido a su presencia física.

Pero hablando de valores, la película Tiburoneros al situar el desarrollo de la historia en un poblado del golfo de México, muestra los comportamientos aceptados en ese medio para la familia, los amigos, los infantes, etc.

En contraste con el moralismo propio del cine mexicano de su época, en Tiburoneros, el director Luis Alcoriza decidió no juzgar a sus personajes por lo que hacen o dicen, sino dejarlos ser, en completa libertad. El resultado fue una película que contribuyó a la renovación del cine mexicano y motivó a otros cineastas a ofrecer propuestas temáticas y estéticas acordes con los nuevos tiempos.

Ya sin querer imitar a su amigo y maestro Buñuel, Alcoriza nos entrega una serena crónica sobre la vida salvaje, natural, sana y homérica del hombre de mar, en contraposición con la fláccida, monótona, domesticada y desabrida vida de la ciudad, todo ello a través de la doble vida de un tal Don Aurelio (Julio Aldama, en el gran papel de su carrera). Un canto épico al hombre en lucha contra la naturaleza y en plena libertad, Tiburoneros renuncia al didactismo y a la moraleja. Si hay ironía, ésta no es demasiado cruel.

La cámara no se exalta: narra con distancia los acontecimientos, dejando que los personajes interactúen con entera libertad, en su elemento. Un auténtico clásico del cine nacional. En la película Tiburoneros Alcoriza logra uno de sus mejores trabajos, en forma sincera cuenta el comportamiento de los pescadores de tiburón de las costas del Golfo de México.

La cinta “Tiburoneros” será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 2 de julio a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal Sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.

Pies de foto:

- Irma Serrano como Rosa.

- Rosa y Manela.

- Manela y Aurelio.