Bien nos dice José Luis Calvario: No hay nada como ponerse en la piel del otro para llegar a una mayor comprensión. Algo así es lo que propone como punto de partida ‘El Planeta de los Simios’, donde los animales actúan como seres racionales, como la raza dominante del planeta, y los humanos son bestias salvajes, carentes de inteligencia y peligrosos para la convivencia de la sociedad avanzada.
Genial el momento en el que unos alegres gorilas se fotografían junto a un puñado de cadáveres humanos. ¿Asqueroso? Vaya, pues sí. Lo mismo que cuando se matan animales para crear costosos productos de consumo (abrigos de pieles o bolsas) o simplemente para probar la puntería.
Hay quien piensa que la crueldad es fruto del ser humano y quien piensa que lo es de la naturaleza. Desde luego, en ‘El Planeta de los Simios’ nos señalan como el mal del planeta, de un modo muy similar a como lo hiciera, mucho después, el agente Smith en ‘Matrix’ (“el hombre es un virus”).
En el amargo final de la película dirigida por Franklin J. Schaffner, sin lugar a dudas uno de los mejores de toda la Historia del Cine, un enfurecido Charlton Heston maldice a la raza humana, golpeando el agua y la tierra como uno de esos simios a los que se ha enfrentado poco antes.
Un grito desgarrador que encaja perfectamente con la imagen de cierto monumento simbólico (la estatua de la libertad) en no menos significativo estado. Una estampa para la eternidad de una película que debería ser vista y analizada por todos; y cuanto antes, mejor; y de esto hay oportunidad en el cineclub “Oro negro” al final de la proyección.
“El Planeta de los Simios” (‘Planet of the Apes’, 1968) se basa en una novela de Pierre Boulle. Básicamente, una grupo de astronautas aterrizan de forma brusca en lo que parece ser un planeta desierto, pero habitable. Tras recorrer una larga distancia, los tres hombres (hay una mujer pero muere en la nave) comprenderán que la evolución de este escenario no tiene nada que ver con la que conocían. Los seres humanos son animales y los simios son… humanos.
Franklin J. Schaffner se permite el lujo de retrasar la aparición de las monstruosas criaturas, que es precisamente lo que el espectador quiere ver desde el principio, para provocar que se mantenga en tensión y expectante ante cualquier acontecimiento extraño que aparezca en pantalla. De hecho, todos, seguro, nos llevamos un pequeño susto la primera vez que vemos a los mal llamados “espantapájaros” en lo alto de la colina.
En este sentido, hay que mencionar la memorable banda sonora de Jerry Goldsmith, prueba irrefutable de que una melodía no tiene que ser “tarareable” para ser magistral. Schaffner dota al film de un aire tan seco y hostil como el propio planeta que habitan los simios. A veces llega a resultar asfixiante la situación del personaje de Heston y cuando éste se lanza a correr, es como si nos arrastrara a todos.
La película es un prodigio de ritmo y es que nos encontramos ante una historia de mucho diálogo y detalles complejos, pero que no se olvida del entretenimiento y el espectáculo.
Por supuesto, el alma de la película es Charlton Heston. Es el protagonista, nuestro referente como espectadores, y quien debe pasar por todo ese viaje de pesadilla hasta encontrarse con su destino. Heston interpreta a un investigador decepcionado con la marcha de la humanidad y deseoso de encontrar algo que dé sentido a la existencia.
Con gestos serios, frases ácidas, risa sincera y voluntad firme, el personaje debe ir modificando su conducta para no acabar convertido en un mero adorno para el museo simio. Su particular rostro le viene a la perfección a un hombre que trata de poner orden en lo que le rodea; que no se explica cómo es posible que unos animales hayan llegado a controlar un planeta, una zona que debería estar gobernada por seres como él, humanos inteligentes.
Y como hombre que es, se comporta de forma violenta y hostil hacia los animales, puesto que él debe ser el que esté por encima. Algo que queda reflejado en esa mítica frase que se libera poderosamente de su dolorida garganta, atrapado en una red y justo cuando los simios van a agarrarlo, ¡Quítame las manos de encima!.
La cinta “El planeta de los simios” filmada en el año 1968, nominada al Oscar en 1969 por mejor banda sonora y mejor vestuario, será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 8 de mayo en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.
Pies de foto:
01-La mujer muerta en el viaje
02-Los “espantapájaros” en la colina.
03-Cacería de humanos.
04-Sonrían para la foto.
05-La ciudad de los simios
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