Todos los experimentos que se han hecho para la mejora de los indios han fracasado. Hoy día parece que es un hecho establecido que ellos no pueden vivir en contacto con una comunidad civilizada y prosperar. … nadie puede dudar del deber moral del gobierno de Estados Unidos de proteger y, si es posible, preservar y perpetuar los dispersos remanentes de esa raza que se encuentran dentro de nuestras fronteras. Para cumplir con este deber, una extensa región en el oeste les ha sido asignada para su residencia permanente (…) Muchos han sido removidos ya y otros se preparan para ir, y con excepción de dos pequeños grupos que viven en Indiana y Ohio y de los Cherokee, todas las tribus… han aceptado el compromiso que llevarán a su traslado.
El plan para su remoción y restablecimiento se basa en el conocimiento logrado sobre su carácter y sus costumbres, y ha sido dictado por un espíritu de liberalidad engrandecida. (Presidente Jackson, séptimo mensaje al Congreso, 1835).
Los Cherokee eran indígenas sedentarios, con asentamientos permanentes y agricultura basada en el maíz, que a finales del siglo XVIII ocuparon extensos territorios en Georgia. Hacia 1794 asimilaron la agricultura basada en el arado, desarrollaron industrias de algodón y lana y adoptaron instituciones como el matrimonio en su forma occidental.
El gobierno de Georgia, colonos, especuladores de terrenos y buscadores de oro, estaban ansiosos de acabar con el exitoso ejemplo de desarrollo económico y madurez política de los “indios salvajes” y de apoderarse de sus tierras. Para protegerse de la planeada agresión militar, los Cherokee apelaron en 1831 a la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos para que extendiera una prohibición judicial contra el estado de Georgia. Denegada la apelación, fueron expulsados de sus tierras por el Gral. Winfried Scott en una “página de oro” más del glorioso ejército estadounidense y puestos en campos de concentración.
Durante el invierno fueron sacados de allí y obligados a trasladarse hacia el llamado Indian Territory, que hoy abarca parte de Arkansas y Oklahoma. De los quince mil que iniciaron la marcha forzada, solo once mil llegaron: cuatro mil perecieron por el frío, el hambre y las enfermedades. Pero el Trail of tears –el camino de las lágrimas-, como la historia Cherokee recuerda lo que durante el nacional-socialismo alemán se llamaba las “marchas de la muerte”, no era el fin de su sufrimiento.
Lo anterior son documentos contenidos en el libro “Noam Chomsky habla de América latina y México” y es el contexto que no aparece en las películas. Hemos buscado algunas que se asomen a mostrar aunque sea un poquito la realidad, que sean entretenidas y que ofrezcan elementos para reflexionar. De esto podremos comentar al final de la proyección.
La cinta “El último de los mohicanos” será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 3 de julio a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.
Pies de foto:
- Chingachgook el último mohicano
- Negociación franco-inglesa
- Rifle largo
- Sobrevivientes