viernes, 25 de septiembre de 2009

Amor perdido


Renunciar a la mujer amada

Juan Meléndez de la Cruz

La película “Casablanca”, de cuyo estreno se cumplieron 67 años, mantiene el mismo poder de fascinación que entonces, pero el filme se percibe de muy distinta manera, y mientras hoy se ve, ante todo, como una historia romántica, en 1942 lo que más se apreció fue su mensaje político.
“Casablanca” ocupa el primer puesto en la lista de mayores historias de amor del cine elaborada por el Instituto Americano del Cine (Afi), por delante de películas cuyo argumento gira exclusivamente en torno de un romance, como “Love Story” o “Algo para recordar”.
Pero “Casablanca”, como su nombre indica es, en primer lugar, la historia de un microcosmos que reflejaba la situación creada por la Alemania nazi en Europa y en el norte de Africa.

En esa ciudad del protectorado francés de Marruecos, que dependía del régimen de Vichy, se dan cita refugiados de toda Europa que esperan, en una especie de limbo, un permiso para volar a Portugal y de allí a la tierra prometida: Estados Unidos.
La nacionalidad de los habitantes de ese microcosmos no es fruto de la casualidad: los refugiados y los resistentes son de Centroeuropa; los franceses mantienen una actitud ambivalente de complicidad sin convicción con los nazis, y los villanos son alemanes o italianos.

El protagonista americano, Rick, un ex combatiente de la Guerra Civil española convertido en cínico dueño de club nocturno interpretado por Humphrey Bogart, pasa de una actitud indiferente a implicarse en el conflicto y a ayudar a la causa aliada.

La intervención de Rick permite que triunfe una operación de la resistencia y la historia es una metáfora de lo que EE.UU podía lograr si abandonaba la postura de aislamiento.
El proyecto de “Casablanca” se empezó a gestar el 8 de diciembre de 1941 -al día siguiente del ataque japonés contra Pearl Harbor y el mismo día en que EEUU entró en guerra-, cuando los autores de la obra de teatro en la que se basó luego el guión enviaron una copia a los estudios Warner que, como el resto de la industria en Hollywood, andaba buscando material para producir filmes patrióticos.

La oficina creada por el Gobierno para controlar que las películas “ayudaran a ganar la guerra” hizo un informe muy positivo, que señalaba que el filme, entre otras cosas, mostraba a “Estados Unidos como un refugio para los oprimidos”. Asimismo subrayaba que el personaje de Rick, que renuncia a la mujer amada para que esta siga al jefe de la resistencia y así favorecer la causa, “muestra que el deseo personal se debe subordinar al objetivo de derrotar el fascismo”.
En el informe se valora también el que ese personaje sea presentado como alguien que en el pasado “luchó con las fuerzas leales en España... lo que ayudará al público (estadounidense) a entender que nuestra lucha no empezó con Pearl Harbor”.
Durante la guerra Hollywood produjo más de 2.000 películas que servían más o menos de propaganda bélica, pero “Casablanca” se destacó desde un principio porque no es ni una historia de guerra, ni de espionaje propiamente dichas, y por la calidad de todos sus elementos, desde la fotografía a los ocurrentes diálogos.

La cinta “Casablanca” será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 25 de septiembre a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.

Pies de foto:

- Humprey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca

- Sam consolando a Rick

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