sábado, 31 de octubre de 2009

Delito con aprobación social


Juan Meléndez de la Cruz

En relación a la violencia doméstica o intrafamiliar, las investigaciones realizadas en sectores de escasos recursos, coinciden en los siguientes aspectos:

La mayoría de las mujeres señalan que frente a los hechos de violencia su respuesta mayoritaria es protegerse o llorar; solo una minoría pide ayuda.

Frente a los golpes o las agresiones verbales, los sentimientos descritos son de rabia, impotencia, deseos de cambiar la situación o alejarse del agresor.

En los casos de violencia doméstica frecuentemente está presente el alcohol: cuando el agresor se encuentra bajo su efecto, la violencia física es aún mayor.

En estos estudios la violencia apareció asociada con problemas de desempleo del agresor y de tensión provocada por condiciones de vida precarias, especialmente de la vivienda. Las circunstancias precipitantes de la agresión fueron diversas: celos, negativa a tener relaciones sexuales, dificultades económicas, problemas con los hijos, etc. Pero en todas estaba presente la percepción, por parte del agresor, de que la mujer había transgredido su papel socialmente asignado de esposa y madre abnegada.

La violencia que tiene lugar en la familia y en la sociedad es parte de un mismo sistema. Así en la medida en que las relaciones de poder que se establecen en la familia incluyen el uso de la violencia, se condiciona a los individuos a aceptar la violencia como método legítimo para imponer la autoridad en este y otros estamentos sociales. Paralelamente, la legitimidad de pautas violentas en la sociedad avala la presencia de este tipo de interacciones en la familia.

La violencia doméstica es un delito que generalmente queda impune, lo que demuestra que goza de una cierta aprobación social. La aceptación del maltrato a la mujer por parte de la sociedad, convierte a esta en cómplice de la violencia.

En una sociedad como la nuestra, la mujer aprende que la violencia es normal; que no puede hacer nada para evitarla o impedirla; que no tiene derecho a exigir la no violencia y que no puede hacer nada para cambiar la situación.

Nuestra sociedad maneja una doble moral: El hombre puede presumir de sus conquistas, y la mujer que se conduce con un poco de libertad inmediatamente es clasificada como prostituta.

Los efectos de la violencia son que además de la mujer se siente tonta e incapaz, el ciclo de violencia se reproduce y la mujer maltratada aplica violencia en contra de sus hijos y seres queridos.

Reflexionemos acerca de esta situación que nos afecta a todos. El machismo (Que tiene como una de sus características el uso de la violencia para demostrar que se es “hombre”) solo ha traído daño y dolor a la familia. Una de las formas es denunciar este delito, romper el silencio cómplice de nuestra sociedad, entender que no es una situación personal o familiar, sino un problema social.

En nuestro ámbito, en nuestra escuela, respetemos a las mujeres, brindémonos todos un trato de seres humanos, un trato igualitario y respetuoso.

El tema de la violencia contra las mujeres es abordada por la cinta “Los monólogos de la vagina” que será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 23 de octubre a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.

Pies de foto:

-No había protección

-No la tocó, la golpeó

-Recuerdo…

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