jueves, 8 de octubre de 2009

Envilecidos por la miseria


La mosca en la telaraña

Juan Meléndez de la Cruz

La cinta “Los olvidados” es tan diversa y encierra tantas posibles interpretaciones y opiniones que se han escrito libros y se continúa hablando sobre ella. Reproducimos enseguida el comentario del crítico cinematográfico José de la Colina.

“En los dramas sociológicos que nos querían hacer creer en la ‘grandeza de la pobreza’, la miseria era presentada como algo adjetivo, algo externo a los personajes, algo que no concernía a su condición humana, de modo que los bien pensantes podían quedarse tranquilos, en paz con dios y con el mundo. ‘No es grave –se les decía finalmente- puesto que el hombre es esencialmente bueno’. La pobreza tenía un prestigio místico, era presentada como una prueba benéfica para el hombre, como una purificación necesaria para alcanzar una verdad metafísica y divina.

Pero el niño asesinado de Buñuel no iba, en el final de la película, hacia ninguna vida eterna y celestial, no moría en bien de ninguna verdad (y, como dice Ivan Karamazov, ‘esa verdad no vale tal precio’); por el contrario su muerte era espantosamente inútil, tan inútil que su cadáver iba a parar a la basura, ni siquiera al infierno, que hubiera sido al fin y al cabo, una suerte de destino metafísico. Lo más terrible, empero, no estaba en esa muerte, sino en el hecho de que toda la vida del niño había sido corrompida, envilecida, deformada, no por una fuerza abstracta o nominalista llamada mal o pecado original, sino pura y simplemente por algo que en verdad existe: por la miseria.

“¡Oh, es tan poético decir que los miserables son buenos ‘en el fondo de su corazón’ y así tomar partido por unos pobres ‘bonitos’! Pero qué difícil es hacer lo que Buñuel, qué difícil es mostrar a esos pobres envilecidos por su miseria hasta el punto de apedrear cobardemente a un ciego o de matarse entre ellos, y aun así estar del lado de ellos con toda el alma”.

Uno de los relatos orales más conmovedores entre los que cuenta José de la Colina narra cómo quiso ser uno de los protagonistas de Los olvidados, la película de su admirado Luis Buñuel, y fue a buscar al director, que preparaba la filmación. Se presentó ante él; intercambiaron algunas palabras. Pero el tipo, la facha del muchacho no daban para el papel. Ni modo. A partir de entonces, De la Colina quedaría prendado de la figura del cineasta; ambos trabaron una amistad fuerte, armaron –formando un trío formidable con el querido Tomás Pérez Turrent– un libro de entrevistas único, por su conocimiento y su calor, y Pepe, como todo el mundo lo llama, comenzaría entonces una serie muy afortunada de evocaciones fieles del modo de hablar y de mirar, sobre todo de mirar tal vez, de don Luis. Una mirada tan vigorosa, encendida, como azorada, segura, interrogante, cálida también. La voz: grave, quizás un poco ronca, que caía como truenos por sus luces y su fuerza delante de los otros.

La cinta “Los olvidados” será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 09 de octubre a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.

Después de la proyección podremos ver el segundo final filmado en forma casi secreta por el temor a la censura.

Pies de foto:

-Pedro muerto

-Pedro y la violencia

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