jueves, 8 de octubre de 2009

Sin padre, ni madre


Viviendo en el drenaje

Juan Meléndez de la Cruz

En toda gran ciudad conviven la riqueza y la miseria: los grandes edificios y las casas lujosas en ciertas zonas y a veces, a su lado las casas construidas con láminas de cartón, los autos lujosos y los triciclos de los vendedores ambulantes, el derroche y la supervivencia, la vida y la muerte. Todo es producto de una sociedad terriblemente desigual que se devora a sí misma y olvida en el drenaje a sus propios hijos, víctimas y verdugos de una irresponsabilidad ciudadana y educativa derivada de los problemas inherentes al ambiente que los rodea.

En los cinturones de miseria del Distrito Federal (que ni categoría de ciudad alcanza) una pandilla de niños y adolescentes liderados por el Jaibo (Roberto Cobo) se mueve en los ámbitos de la delincuencia. Entre ellos se encuentra Pedro (Alfonso Mejía), ante quien el Jaibo, recién salido de la correccional, asesina a Julián, muchacho serio y trabajador al que el Jaibo considera culpable de su detención. De esta forma, los destinos de Pedro y el Jaibo quedan fatalmente entrelazados.

En una cruda denuncia social, Luis Buñuel dibuja junto a Luis Alcoriza, (en base a la novela de Jesús R. Guerrero, maestro michoacano) unas situaciones difíciles, conflictivas y hasta crueles desarrolladas en los cinturones de miseria de la ciudad de México y protagonizadas por un grupo de personajes marginales, niños delincuentes que no conocen padre, ni madre y si es así, como si no los conocieran, empujados a realizar toda una serie de actos vandálicos y punibles por un Estado que solo actúa de una manera represora y poco instructiva.

El comportamiento vengativo y sin piedad del Jaibo con todos a su alrededor, es un ejemplo de una conducta arrastrada por una espiral de violencia y atrocidad que solo conllevará frustración, dolor y hasta la muerte.

Buñuel desarrolla la historia describiendo con cariño a sus personajes, en especial a Pedro, un niño de buen corazón, incomprendido por su madre (Estela Inda), inmerso en el consubstancial y casi natural clima de criminalidad que lo acordona, un clima contra el que agita toda su rabia interna cuando arroja bruscamente un huevo de gallina hacia la cámara como si despojase toda su ira contra la comunidad que lo está contemplando.

El músico ciego ambulante (Miguel Inclán) que añora los tiempos de Porfirio Díaz, simboliza a los gobiernos, que ciegos ante lo que sucede en su territorio y más específicamente a las clases menos favorecidas, añoran la facilidad inútil de la “mano dura” y un exterminio físico en vez de la construcción de un sistema más justo e igualitario que logre una paz social y una convivencia mas humana.

El erotismo también está presente: La leche derramada sobre los muslos de Meche (Alma Delia Fuentes), las miradas y diálogos entre la mamá de Pedro y el Jaibo, el ciego con la inocente niña en su regazo, son partes de una cinta que junto a su materia principal, la cruda representación de la delincuencia juvenil dentro del marco realista de la magnifica fotografía llena de contrastes de luz de Gabriel Figueroa convierten al filme en un tratado sociológico lleno de matices que mueve a una profunda reflexión en quien la contempla.

La cinta “Los olvidados” será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 09 de octubre a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.

Pies de foto:

-El músico ciego

-Pedro y su mamá.

-Leche derramada.

-Miradas entre el Jaibo y la madre de Pedro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario