Juan Meléndez de la Cruz
La relación con Héctor Luis Zarauz López, su conocimiento de la historia de México nos ha enriquecido y permitido tener una mejor comprensión de la misma. Entre sus libros publicados están: Heliodoro Charis Castro, recuento de una historia. Introducción. Oaxaca, Fondo Editorial IEEPO, 2003; México: Fiestas cívicas, familiares, laborales y nuevos festejos, México, Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes, Museo de Culturas Populares, 2000; La Fiesta de la Muerte, México, Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes Museo de Culturas Populares, 2000; y La Fiesta de Muertos. México, Editorial Lindero Multivisión, 2000. En su ensayo “La tehuana en el cine nacional. Imágenes de voluptuosidad y recato” nos dice sobre la cinta “La zandunga”: Además de la trama entre Lupe y sus pretendientes, como telón están otros personajes que dan cierto color a la película como el alcalde, representado por Joaquín Pardavé, y su ayudante, por Carlos López "Chaflán". También aparecen escenas en las que se da la pizca de café, corte de plátano, desfiles de regada de fruta y otras que intentan situarnos en el Istmo. Se puede observar que la película fue cuidada en el vestuario, bailes y música, así como en el guión atribuido al propio De Fuentes y en el cual también participó Salvador Novo imprimiendo ingenio a los diálogos, sobre un libro de Rafael M. Saavedra.
Sin embargo De Fuentes sucumbe al folklorismo e hizo algunas concesiones a fin de hacer más "atractivo" su film. De hecho la exhibición de La Zandunga provocó el enojo de algunos intelectuales istmeños que lamentaron duramente algunas inexactitudes en los bailes y situaciones; incluso a uno de ellos le pareció incorrecto que uno de los personajes tomara agua de guanábana y no de tamarindo.[1]
Aunque Lupe Vélez no logró ser del todo convincente en el papel de la tehuana (por ejemplo en una escena canta y baila con nula gracia: "xhunca para acá, xhunca para allá"), el director se empeñó en mostrar algunos de los rasgos atribuidos a las istmeñas, así se insiste en su laboriosidad pues Lupe vende flores en el mercado, o bien las mujeres aparecen en una escena fumando señalando así su independencia, sin embargo los personajes femeninos al final parecen supeditados a las pugnas de sus pretendientes. De esta forma Lupe, sólo a instancias de Ramón acepta estar enamorada de Juancho, con lo cual el retrato que De Fuentes hace de la tehuana, carece de toda la fuerza y sensualidad que le era atribuida.
La Zandunga en realidad trató de impregnar de un sabor istmeño una trama convencional de amores, desencuentros, ricos abusones y algo de comedia, que se repetiría en nuestro cine hasta el hartazgo.
A Emilio García Riera la película le mereció el siguiente comentario:
Desde luego, el verdadero Istmo desapareció tras su propia fachada pintoresca, pero De Fuentes ya debía suponer que el folclor, adulterado o maquillado, puede tener mayor efecto en el público que el verdadero. Además, el folclor había de servir en este caso a un curriculum hollywoodense, el de Lupe Vélez, que no era un prodigio de autenticidad.[2]
La cinta “La zandunga” será proyectada por el cineclub “Oro negro” del FLS de la Sección 10 el viernes 9 de abril a las 19 horas en el auditorio de la sucursal transportes de la Sociedad Cooperativa de Producción del Frente Liberal sindicalista, situado en la calzada de los Petroleros s/n, (a un lado de la delegación de tránsito) colonia Petrolera de Minatitlán. La entrada es libre y para todo público.
Pies de foto:
En el corte de plátano
Lupe Vélez como la zandunga
Pizcando café
[1] - Al respecto se pueden consultar las notas furiosas y exageradas de Vicente Matus, "Un indio zapoteca critica La Sandunga de Lupe Vélez", en Hoy, México, 7 de mayo 1938, páginas 42 y 66, y la de Ricardo Olmedo, "La Zandunga en la pantalla", en Oaxaca en México, México, febrero de 1938, página 4.
[2] - Emilio García Riera, Historia documental del cine Mexicano, México, Editorial Era, 1992, vol. 1, página 302.
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